LA FRONTERA

Don Winslow (New York 1963) cierra con esta novela su trilogía sobre el narcotráfico. En las dos anteriores (El poder del perro y El Cártel) se centra en el nacimiento de los cárteles y sus fundadores. Y en esta se pasa a describir la situación cuando los herederos toman las riendas del negocio y se entra de lleno en la heroína. Está ambientada en México y Estados Unidos.
Como en las anteriores, Ric Keller, de padre americano y madre mejicana, es el protagonista principal. Ahora ha pasado de ser agente de la DEA que operaba sobre todo en México y en Centroamérica, luchando contra el terrible cártel de Sinaloa, a ser nombrado el director de la agencia. Lo que sostiene la novela es la vida de los cárteles y las políticas de los gobiernos americano y mejicano.
Con respecto a la política americana carga las tintas en John Dennison, personaje que representa al futuro Presidente Trump y que es incapaz, según Winslow, de entender cuál es la política que hay que desarrollar para frenar la droga. Lo inteligente es, dice el autor, cortar el flujo de Estados Unidos a México, cerrando sobre todo la vuelta de los millones ganados y blanqueados; no se puede seguir tratando de cortar de raíz en el lugar de origen, ya que la implicación de los cárteles con la policía y algunos funcionarios gubernamentales y políticos lo hacen imposible.
Pero cobra mucho interés la vida de los carteles cuando caen en manos de los hijos, que no han trabajado nunca y que han vivido rodeados de lujos y que solo buscan el poder, sin entender realmente el negocio criminal que fundaron sus padres. El resultado es una lucha a muerte entre ellos, delitos que no se castigan y que hace que la barbarie vaya en aumento. Es escalofriante la cantidad de muertes que lleva consigo el narcotráfico y que va desde los esbirros hasta los pequeños comerciantes y los miembros de las bandas, y que Winslow lo pone como uno de los puntos centrales para concienciar al lector; aparte de los muertos por sobredosis en Estados Unidos, que también son cifras terribles.
El aspecto económico es otro de los puntos en los que se detiene explicándolo con detalle y mostrando con claridad la enorme cantidad de dinero que se mueve en este negocio.
La novela está muy bien documentada; tras los hechos que se narran, aunque se cambien los nombres, se adivinan hechos y personas reales y los personajes están descritos tal como son, con crudeza, pero con realismo. La profusión de personajes no es excesiva, de manera que se puede seguir bien el relato sin tener que recordar muchos nombres, y basta con seguir a los principales.
Se abordan varios aspectos que hacen de la novela no un simple relato policiaco sino una crónica bastante real de lo sucedido, revisando los diversos aspectos e instituciones y describiendo con profusión de datos todo el entorno. La vista de los escenarios es muy buena y los diálogos son vivos, naturales y elocuentes. No falta nada, para calificarla de una gran novela.
La salvedad son los frecuentes diálogos soeces y sensuales y numerosas las escenas de violencia, tan bien descritas que producen una fuerte conmoción. A lo largo de sus páginas aparecen salpicadas escenas de sexo muy duras, tanto en descripciones como en conversaciones. Muy bien escrita y aunque es muy larga, no le sobra ni una sola página, solo hay que tener paciencia para leerla.

Alberto Portolés