LA GRAN PRUEBA

LA GRAN PRUEBA

EUROPA DEL ESTE, TESTIGO DE LA FE EN LA PERSECUCIÓN

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  • Editorial: PALABRA
  • Año de edición:
  • Materia: Religión
  • ISBN: 978-84-9061-707-6
  • Páginas: 320
  • Encuadernación: Rústica
  • Colección: Arcaduz
  • Idioma: Español

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Siguen publicándose testimonios de la represión política y religiosa en los países comunistas, que van apareciendo con cuentagotas y que suman ya una considerable bibliografía que debería haber calado más en la opinión pública de todo el mundo. Sin embargo, a día de hoy, todavía hay personas y colectivos que, por poner un ejemplo, consideran a Lenin y Stalin libertadores del pueblo, cuando los numerosos testimonios publicados, y también los estudios históricos, han demostrado que para imponer su ideología no tuvieron ningún reparo en justificar la violencia y el asesinato y aplicar políticas de exterminio.
Es lo que sucedió con las personas católicas y ortodoxas, y de otras minorías religiosas, que fueron sistemáticamente perseguidas buscando su total eliminación al considerarlos, de modo general, “enemigos del pueblo”. No fue algo que se dio solamente en la URSS sino que, como demuestra este libro, políticas similares se dieron en otros países del Telón de Acero y en otros lugares del mundo donde el comunismo se hizo con el poder, como China, Corea del Norte, Vietnam, Camboya, Cuba, etc. Ahí están, por ejemplo, los testimonios de Walter J. Ciszek en su libro Caminando por valles oscuros, los del cardenal vietnamita Van Thuan y, entre otros muchos, los que describen Liao Yiwu en Dios es rojo, Gerolamo Fazzini en Encadenados. Diarios de mártires en la China de Mao y José Miguel Cejas en El baile tras la tormenta. Es decir, que el que no se haya enterado de hasta dónde llegó la represión religiosa en los países comunistas es que sigue mirando para otro lado.
Didier Rance es historiador, exdirector de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) en Francia, miembro de la Comisión Pontifica Nuevos Mártires entre 1995 y 2000 y autor de libros dedicados especialmente a recopilar testimonios concretos sobre esta represión en los países del Telón de Acero. Tras la caída del Muro de Berlín, y la desaparición en cadena de los regímenes comunistas, Rance viajó a muchos de estos países para entrevistarse en directo con numerosas víctimas. Este volumen reúne diez de estos testimonios, que proceden de Albania, Bielorrusia, Bulgaria, Lituania, Rumanía, Eslovaquia, Chequia y Ucrania.
Sus protagonistas son religiosos, sacerdotes, obispos y laicos que sobrevivieron a las persecuciones en el gulag y a los destierros, siempre con la amenaza de nuevas detenciones, interrogatorios, estancias en la cárcel y el aislamiento total. Los métodos fueron similares a los empleados en la URSS. El tono del libro es informativo y, también, ejemplar, pues estos “mártires contemporáneos” son una demostración de la perseverancia en el amor a Dios y a la Iglesia en unas condiciones totalmente adversas. En algunos casos, permanecieron en prisión durante décadas. Las acusaciones que padecieron fueron las habituales en estos regímenes: “espías del Vaticano”, “enemigos de la clase obrera”, “planificar atentados contra el régimen comunista”…
Todas las historias del libro emocionan porque estamos ante las vidas de “grandes testigos de la fe”. Por ejemplo, la persecución que padeció Antón Luli, víctima del severo régimen del estalinista Enver Hoxa, que asesinó o provocó la muerte de 129 de los 156 sacerdotes católicos que había en Albania. O lo que vivió Kazimierz Swiatek, sacerdote de Bielorrusia, país en el que entre 1937 y 1941, en el bosque de Kuropaty, cerca de Minsk, fueron ejecutadas 250.000 personas. O lo que cuenta el búlgaro Gavril Belovejdov, que estuvo prisionero en la llamada “Isla de la Muerte”, el penal de Belene, el más duro de los gulag búlgaros.
Nicolé Sadunaité fue conocida como “la Juana de Arco de Lituania”, mujer que fue detenida y desterrada a Siberia por sus actividades religiosas y por colaborar en la difusión de la “Crónica de la Iglesia católica en Lituania”. El obispo rumano Alexandru Todea fue una víctima más de la feroz represión que el régimen de Gheorghiu-Dej, y después el de Ceaucescu, llevaron a la casi total desaparición de la Iglesia católica en Rumanía: sus sacerdotes y obispos fueron detenidos y se confiscaron todos los bienes de la Iglesia. También resulta apasionante la vida del eslovaco Ján Cryzostom Korec, que escribió sus memorias El obispo de mono azul, en las que cuenta su durísima experiencia vital. También hay que resaltar a Silvester Krcméry, que pasó catorce años como prisionero en un campo de concentración eslovaco, obligado a trabajar por su condición religiosa con material radiactivo sin ninguna protección.
Hay más historias, todas ellas impactantes y que muestran la sofisticación en los métodos represivos y la pertinaz persecución contra los católicos, que llega en muchos casos a poco tiempo antes de la caída del Muro de Berlín. Estos testimonios ponen voz y rostro a los millones de personas perseguidas, que dejan de ser una cifra anónima y olvidada y muestran las cicatrices de una ideologizada y generalizada persecución.

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