LA HIJA DEL KREMLIN

Novela histórica referida a los años en que la unión Soviética estuvo sometida a la dictadura de Iósif Stalin (1878-1953), uno de los personajes políticos más sombríos del siglo XX. Sucesor de Lenin, a su muerte en 1924, desde 1929 instauró un régimen dictatorial basado en el terror, que perduró hasta el fin de su vida y dejó huellas indelebles en sus compatriotas. Gonzalo Hernández Guarch, arquitecto nacido en Barcelona en 1945, estructura el desarrollo de la acción en torno a un abogado y escritor norteamericano de Los Ángeles, casado con la hija de unos emigrados rusos, que por necesidades del bufete donde trabaja, entra en contacto con Lana Peters, nombre estadounidense de Svetlana Aliluyéva (1926-2011), la hija de Stalin. Las conversaciones que mantiene con ella, ya anciana, le incitan a realizar investigaciones sobre la época estalinista, con ánimo de escribir una novela sobre este tema.
La obra narra el largo y complejo recorrido del protagonista por distintos países europeos, incluida Rusia, para entrevistarse con distintas personas que, cada una de una forma, estuvieron todas relacionadas con Stalin y su entorno de poder. El eje de la trama lo constituyen los siniestros entramados de control que el dictador organizó para tener férreamente sometidos no sólo a sus súbditos sino a sus más directos colaboradores. La delación y el espionaje eran, junto con las detenciones masivas y arbitrarias, los recursos que su mente paranoica manejaba a la perfección para controlar a todo su entorno y someterlo a un permanente estado de angustiosa incertidumbre. El autor afirma que el argumento se basa en hechos reales de fondo pero sometidos a un tratamiento novelesco en lo que se refiere al modo de interpretarlos. Sin embargo, resulta evidente que, en muchos momentos, se acerca a la realidad, aunque, por motivos derivados del secretismo estatal soviético, carezca de un apoyo documental publicable. Desde el punto de vista histórico la obra es interesante y mantiene tensa la atención del lector por lo sorprendente de las revelaciones que los demás personajes hacen al protagonista. La tortura, física y mental, el engaño, la traición, la extrema violencia y la perversión, en especial referida a la conducta de Lavrenti Beria, prestan a estas páginas un duro tono verista, aunque sin descripciones, que resulta inevitable para poner de manifiesto lo que significó un personaje que responsable de un sinnúmero de crímenes de lesa humanidad. Desde el punto de vista literario, su lectura resulta un tanto árida, por la escasa elaboración estética del estilo, con predominio de la forma indirecta, la gran cantidad de personas reales que menciona y la dificultad que supone retener sus nombres.

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