LA MUJER DEL CULTIVADOR DE TÉ

La joven e inexperta Gwendolyn llega, en plena década de los años veinte, al entonces Ceilán, recién casada con el magnate del cultivo de té Laurence Hooper. La protagonista, inglesa, deberá adaptarse a un estilo de vida completamente distinto del que ha tenido hasta ahora, sobre todo, porque irá descubriendo secretos velados de su marido y facetas desconocidas de los Hooper, además del carácter exótico de la isla y sus habitantes. Apasionadamente enamorados, los Hooper se enfrentarán no sólo a los característicos problemas que hay en toda convivencia, sino a las mentiras que han ido tejiendo para esconder sufrimientos pasados o no afrontar situaciones difíciles, en especial cuando Gwendolyn dé a luz a una pareja de mellizos sorprendentemente distintos entre ellos.
La autora de La mujer del cultivador de té ofrece una novela romántica con los ingredientes clásicos del género: una pareja en apariencia perfecta cuya rutina se ve interrumpida por varios personajes que parecen querer minar la relación, y grandes dosis de misterio e intriga, que se resuelven a lo largo de esta novela de manera simple, previsible y un tanto superficial. A pesar de la bibliografía y documentación que la autora presenta como trabajo previo, ni los personajes ni la trama resultan suficientemente creíbles. En varias ocasiones, el hilo conductor parece ser sólo la relación conyugal de Gwendolyn y Laurence descrita con escenas de sexo. Aunque el mensaje de Dinah Jefferies es que cualquier dificultad matrimonial se puede superar si ambos ponen de su parte, no queda claro que la mentira es un obstáculo para la relación.

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