LA NIÑA QUE SE TRAGO UNA NUBE TAN GRANDE COMO LA TORRE EIFFEL

Romain Puértolas regresa con una novela humorística con el sorprendente título de La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel. La historia presenta a una entrañable niña, Kazer, que padece una enfermedad pulmonar y está ingresada en un pobre hospital de Marrakech, enfermedad que todos denominan como una gran nube que se ha tragado. Kazer, a través de Internet, conoce muchas cosas del mundo sin moverse de la cama, es feliz en sus circunstancias y alegra la vida de médicos y pacientes. Su madre adoptiva, Providence es una cartera francesa que se dispone a viajar de París a Marrakech a recoger a Kazer para trasladarla a un buen centro hospitalario francés. Sn embargo, un contratiempo meteorológico paraliza el tráfico aéreo y Providence comienza una serie de aventuras desesperadas para lograr viajar. Con la ayuda de un pirata chino, unos monjes tibetanos bastante modernizados y un enamorado controlador del aeropuerto de Orly, Providence logra volar a través del espacio impulsada por al amor a su hija en un viaje sorprendente en el que llega a conocer a líderes como Obama o Hollande. El autor ofrece dos posibles finales para cerrar el libro.
La novela sigue la línea de El faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea y presenta una fabula de buenos sentimientos a través de numerosas secuencias a cual más disparatada y rocambolesca, salpicadas de guiños humorísticos que incluyen una referencia erótica. La narración, sumamente ágil, se centra en unos personajes simpáticos y atractivos y resalta la capacidad de amar de una madre así como el poder de la voluntad para conseguir los objetivos en la vida. El libro intercala la sonrisa, el dolor y la ternura logando una lectura emotiva, entretenida y de fácil lectura. Puértolas hace hincapié también en la necesidad de aceptar las situaciones que nos depara la existencia como la limitación o la enfermedad y el fondo resulta positivo aunque el planteamiento general se ciñe simplemente a nivel humano y el tono es ligero.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa