LA RETORNADA

La narradora-protagonista, de la que desconocemos su nombre, revive un doloroso episodio de su vida sucedido veinte años antes. La novela se abre cuando ella, que vivía sin saberlo con unos padres adoptivos, es devuelta a su casa. Desde las primeras páginas, vemos que no entiende nada y que intenta sobreponerse a un cambio drástico en su estilo de vida, que ella lógicamente no acaba de encajar.
Tiene trece años y, de golpe y sin transición, su mundo cómodo de seguridades se derrumba y aterriza en una familia numerosa con mucha miseria y con escasísimas comodidades. Sólo encuentra apoyo en una hermana pequeña, Adriana, con la que establecerá una unión que se irá fortaleciendo con el paso del tiempo y que le servirá a la narradora para aceptar su situación y su lugar en el mundo.
Sus modales e intereses no coinciden con los de sus hermanos, muy centrados en sobrevivir. Solo ella va bien en los estudios; los demás, hacen lo que pueden, los han abandonado o buscan trabajos ocasionales para echar una mano a la familia y para tener su autonomía e independencia. Su único pensamiento es saber por qué su madre adoptiva la ha abandonado. En sus padres reales encuentra poco cariño; ellos se han limitado a recogerla pensando que ya no volvería nunca cuando se la dieron a su tía, casada con un carabinero, que no conseguía tener descendencia. Hay incluso alguna escena turbia, cuando uno de sus hermanos, Vincenzo, que la trata muy bien, siente por ella –y ella lo mismo- una fuerte atracción sexual.
Su infancia y adolescencia fue la de una niña normal, estudiosa, con los caprichos y las comodidades propias de la edad. El cambio al que se ve condenada es brutal. De vez en cuando escribe a su madre o la llama por teléfono, pero no se aclaran las causas del abandono. Sólo cuando deje la casa familiar y se traslade a estudiar Bachillerato a otra ciudad, irán apareciendo las respuestas que tanto buscaba y que desmoronan más todavía sus sentimientos, al sentirse utilizada.
La autora ha seleccionado muy bien los ingredientes para cocinar una novela melodramática, una historia enternecedora, casi un cuento infantil de una niña que vive bien y, de pronto, todo su mundo se deshace como si hubiese sido una ilusión. Para alimentar todavía más el desamparo, los padres reales apenas le transmiten muestras de cariño, obsesionados con sobrevivir y sacar una familia numerosa adelante donde cada uno va a lo suyo. Tampoco se entiende el comportamiento de los padres adoptivos, que se la quitan de encima, aunque le proporcionarán los medios para que pueda seguir estudiando, lo que acrecienta el alejamiento tanto de la familia de acogida como de su familia real.
La novela está escrita con un estilo leve, poético, sobrio, sin profundizar en las sensaciones y mostrando de manera directa la desolación de la protagonista. Poco a poco, sin embargo, debe aceptar su sitio en el mundo y, de alguna manera, sentir que su familia real es su auténtica familia, aunque no se porten bien con ella. La novela se lee bien, pero todo está como excesivamente programado para provocar pena y tristeza y para encajar sentimentalmente los duros cambios que debe asimilar la protagonista.

Adolfo Torrecilla