LA SAL DE LA VIDA

Con motivo de una boda familiar, dos hermanas, su hermano y la mujer de éste, todos en la treintena, van desde París hasta un pueblo bastante alejado. Durante el trayecto se ponen de manifiesto el cariño que une a los hermanos y los celos de la cuñada, muy distinta de ellos por carácter y educación. Llegados al lugar de destino, los tres se escapan sin avisar y visitan al cuarto hermano. Con él disfrutan de una breve e intensa reunión evocadora de la infancia, que será la última porque llega el momento inaplazable de "crecer por fin".
La obra narra un fin de semana en que la deserción de los hermanos constituye una explosión de rebeldía contra las obligaciones sociales, alocada, irresponsable y divertida, pero también triste, porque será el adiós definitivo a una etapa vital agotada. Entre humor, sátira social ingeniosa y complicidades emocionales de los protagonistas, la acción transcurre ágil y en tono festivo, como una travesura disparatada de adultos que vuelven a ser adolescentes. Pero tras la diversión hay cierta amargura por las ilusiones perdidas, los amores frustrados, la soledad y el vacío. La autora perfila rasgos psicológicos y situaciones con trazos escuetos pero expresivos y aprovecha hábilmente todos los recursos de un estilo directo, sencillo y coloquial. Sin embargo, tras los aciertos técnicos y formales sólo se halla el reflejo, sin crítica, de unas vidas sin otro horizonte que la satisfacción instantánea de cualquier deseo.

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