LA TRANSICIÓN PERPETUA

Relato novelado de Luis del Val titulado La transición perpetua cuya trama gira en torno a los años de la Transición Democrática Española que inicia en julio de 1976 Adolfo Suárez, tras su nombramiento como presidente del gobierno por el rey Juan Carlos I.
La historiadora Cintia Soraluce se dispone a realizar un trabajo de investigación sobre algunos acontecimientos de aquellos años de los cuales se ofreció, por motivos políticos, una versión tan manipulada como falsa de la realidad. Mario Cifuentes, antiguo miembro jubilado de los servicios de inteligencia (CESID) se presta a revelar a Cintia los hechos en los que tuvo ocasión de intervenir en cumplimiento de su deber. Las tensiones entre Suárez y los militares con la legalización del Partido Comunista (PCE), los criminales atentados de ETA, los sucesivos intentos de golpes de Estado antes y después del 23 F, y la llegada del PSOE al poder, se convierten en el eje del argumento en el que se intercalan, como complemento, los escarceos amorosos de los personajes. A través de las conversaciones entre la investigadora y el ex agente, se reconstruyen episodios de la vida nacional considerados entonces decisivos que, al paso de los años, se han demostrado irrelevantes. En la novela alternan personajes imaginarios con los líderes que, como Suárez y Felipe González, desempeñaron en su momento un destacado papel en la política española. Elementos narrativos reales y ficticios quedan fundidos en una trama literaria llevada con buen pulso por el periodista de prensa, radio y TV Luis del Val (Zaragoza, 1944) que ha obtenido con esta obra el primer premio de novela Solar de Samaniego. Destaca la acertada ambientación histórica de la sociedad española de finales del pasado siglo XX, que permite comprender las graves dificultades políticas –terrorismo, separatismo- y económicas-crisis, huelgas y agitación laboral-que hubieron de superar los dirigentes de uno u otro signo ideológico. Las relaciones de los protagonistas en el terreno amoroso se describen con cierta delicadeza en la forma, sin descender a detalles escabrosos. Sin embargo, en el fondo, se percibe una expresa y total ausencia de límites morales objetivos y se deja al arbitrio de los personajes establecer, de acuerdo con sus deseos, la licitud de sus actos.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa