LA VIDA SIN ARMADURA

Relato autobiográfico publicado en 1995, donde el poeta, novelista y autor teatral inglés Alan Sillitoe (1928-2010)rememora sus años de infancia y juventud y el largo proceso de formación intelectual y creativa que le llevó a dedicarse a escribir.
Nacido en Nottingham, en una familia numerosa de escasos medios económicos, dejó la escuela a los catorce años, trabajó en una fábrica y en 1942, en plena Guerra Mundial, se alistó como voluntario en el Cuerpo de Adiestramiento Aéreo. Desde esa fecha, perteneció a la RAF hasta que a los 21 años, en tiempos de paz, contrajo en Malasia una tuberculosis que significó la licencia absoluta en su carrera militar. La modesta pensión concedida a causa de la enfermedad le permitió completar su formación personal, a cambio de llevar una existencia precaria. Para ahorrar, se trasladó a vivir a Mallorca, donde pasó gran parte de la década de 1950, dedicado a leer y redactar sus primeras novelas y relatos. Allí conoció al famoso escritor británico Robert Graves y normalizó mediante el matrimonio las relaciones que mantenía con su amante. La obra se detiene en el umbral de los años sesenta, cuando, tras ardua lucha, Sillitoe se convierte en escritor conocido y valorado. El relato encierra un interesante testimonio personal, con toda la subjetividad que serlo conlleva, además de un retrato de época realista y lleno de viveza. La vida de las clases desfavorecidas del centro de Inglaterra como consecuencia de la crisis del 1929, queda reflejada con fuerza expresiva, vista desde un hogar donde el padre, analfabeto, era más adicto al alcohol y la violencia doméstica que al trabajo, escaso por otra parte. Los años en la RAF se presentan como experiencia formativa mientras que en sus referencias a la etapa de España se perciben prejuicios sociales, debidos al desconocimiento del país y políticos, motivados por la propaganda exterior contraria al régimen de Franco. Escrita con estilo sobrio y ágil, la autobiografía manifiesta la tenacidad de quien mantiene su vocación literaria a costa de muchos sacrificios y de soportar el rechazo de editores, y directores de prensa. En el plano personal, Sillitoe se declara ateo y se refiere a sus frecuentes relaciones amorosas, al margen de las normas morales, en términos de cierta crudeza.

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