LAS MEMORIAS DE MAMA BLANCA

La protagonista de esta novela es una niña de cinco años que vive con sus padres y sus cinco hermanas en una hacienda azucarera próxima a Caracas, a mediados del siglo XIX. Cada capítulo refleja un aspecto de la vida de la familia y su entorno próximo: criados, parientes, empleados de la explotación agrícola y ganadera, etc. La obra, una de las dos escritas por Ana Teresa Parra Sanojo, se publicó en 1929. Se trata de una historia de fondo autobiográfico, aunque la protagonista tiene poco que ver con ella misma, y tampoco las circunstancias familiares son coincidentes. Las supuestas memorias escritas por Mamá Blanca, ya anciana, y entregadas luego a la autora constituyen un relato encantador, lleno de amable ironía y de una extraordinaria calidad estilística. El lenguaje está impregnado de musicalidad, y en él abundan metáforas de un delicado sentido lírico, relacionado sobre todo con el mundo vegetal. Las descripciones ambientales y el perfil de algunos tipos humanos, criollos e indígenas, significativos desde el punto de vista social, trazado con realismo equilibrado, resultan muy interesantes. Tras la apariencia intrascendente de la evocación de un plácida niñez campesina, la obra encierra con elegante sutileza un rico mundo de sensaciones y sentimientos, enmarcados en un grato entorno familiar. Pese a escribir en una época de experimentalismos y vanguardias, que conocía bien por sus estancias en París, la autora prefiere expresarse de modo más tradicional y menos hermético, lo que ha influido de forma decisiva en la pervivencia del texto, considerado ya un clásico de la literatura venezolana del siglo XX.

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