LAS PREGUNTAS DE LOS GRANDES FILÓSOFOS

Conviene leer a Kolakowski por varios motivos. El primero es que fue un polaco que se desengañó del comunismo. A él le debemos una obra monumental que analiza las principales corrientes del marxismo de un modo crítico y riguroso. En segundo lugar, este intelectual después de sus escarceos totalitarios se convenció de que la cultura era indispensable para la libertad. Por último, tiene una aproximación didáctica, sencilla y maravillosamente escrita a la filosofía. Sus textos se leen muy bien.
En esta ocasión, inspirándose en Jaspers, el polaco visita brevemente los principales hitos de la historia de la filosofía para mostrar que la rememoración de los mismos importa no por el prurito de recordar algo del pasado sino por la idea, muy hegeliana, de que la historia de la filosofía es ya filosofía. No es la primera vez que se reedita esta obra, que es ya un clásico.
Para Kolakowski, resulta indispensable repasar lo que pensaron autores -en este caso selecciona a treinta- sobre la verdad, la vida, la belleza, la fe o la libertad. “Me gustaría hablar de cada uno de los filósofos de manera que aflore la idea principal de su pensamiento”. La presentación de la historia de la filosofía hace que Kolakowski interese porque combina dos acercamientos: el temático y el biográfico. Así, aunque está dedicada al gran público, exige tener algunos conocimientos filosóficos. Lo que hace es presentar la aportación principal de cada uno de ellos: Parménides y el ser, Heráclito y el cambio, Spinoza y el determinismo… Su historia alcanza hasta Jaspers, con un capítulo final dedicado al gran Plotino.
Esta historia se caracteriza por su amplitud -hay que tener en cuenta que ofrece treinta capítulos cortos, pero densos y profundos- y su didactismo. Kolakowski consigue explicar con elegancia y sin caer en superficialidades lo que ha pensado cada uno. Demuestra, pues, que en esa historia no sobra nadie. Por ello, se disculpan sus juicios sobre el tomismo, en quien ve una filosofía caduca, o su idea de que no hay nada perenne. Con esas salvedades, el libro se lee de maravilla.
Una historia de la filosofía clásica y original.

TROA