LAS PUERTAS DE ÁCRONOS

Las narraciones de siglos pasados sobre barcos, fantasmas y marineros errantes parecen haber inspirado esta novela, protagonizada por una huérfana de dieciséis años que, a punto de iniciar un vuelo de Madrid a Buenos Aires, entabla conversación con otro pasajero de edad similar a la suya. Durante el largo viaje descubre que su nuevo amigo forma parte de un grupo de pasajeros de aeronaves que se trasladan en el tiempo y el espacio a través de mundos paralelos, aprovechando los desfases cronológicos que producen la velocidad supersónica y la falta de contacto físico con la Tierra.
La obra tiene un argumento complejo y unos personajes muy extraños, algunos de los cuales son dobles de otro, es decir, un mismo chico duplicado en secuencias temporales diferentes pero que acaban por coincidir en la misma. La acción se desarrolla de una forma que, desde el punto de vista técnico, recuerda más a los juegos informáticos que a la narrativa novelística. El estilo es puramente funcional, de tono muy coloquial en su construcción y de vocabulario poco seleccionado y sin matizaciones expresivas. Lo original de la ambientación demuestra que quien escribe conoce muy bien el interior de los aviones, incluso las zonas donde jamás entran los pasajeros, y que tiene grandes dotes imaginativas para desarrollar de modo ágil una historia de terror inverosímil pero sugestiva.Aunque no se trata de una novela con ambiciones artísticas, tiene cierta capacidad de entretener, lo que consigue sin utilizar recursos morbosos y manteniendo un fondo de limpieza moral en las relaciones que vinculan a los personajes entre sí.

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