LAS RAÍCES DEL MAL

El inspector Monk y su esposa Hester, con la ayuda del abogado Rathbone, investigan la desaparición de una joven viuda prometida a un rico heredero, y el asesinato del cochero del carruaje en el que aquélla huyó.
La autora, como en todas sus novelas, combina una trama de carácter policial con un problema candente en la sociedad victoriana en la que sitúa la acción de sus obras. En este caso se trata del tema de la preparación profesional de las enfermeras y del desinterés social hacia los problemas de la tercera edad, concretamente de los ancianos ex-combatientes. Escribe con pulcro estilo y al ritmo pausado que conviene a la época, y presta especial atención a la psicología de los personajes y a la ambientación, tanto en lo referente a los detalles materiales como a costumbres o temas de conversación, hasta crear un clima convincente. El ritmo del relato se acelera al final, para explicar el comportamiento de la joven y las causas del asesinato en un desenlace que también resulta muy decimonónico. El resultado de todo ello es un relato de intriga que se lee con agrado.

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