LAS TRAVESURAS DE FITO

A los ocho años Fito ya ha aprendido todos los recursos útiles para salirse siempre con la suya y evitar que sus padres castiguen sus trastadas como se merecen. La obra narra cuatro de sus hazañas en las que evita repartir con sus hermanos los chicles que ha comprado vaciando su hucha, asusta a su tía metiéndole saltamontes en la cama, molesta a todos los veraneantes que tienen la mala suerte de haber elegido para veranear la misma playa que sus padres y fabrica un bocadillo repugnante un día en que deberían compartirlo con otro compañero de clase. La historia, escrita en tono humorístico, cuenta las aventuras de un niño insoportable como ejemplos del funcionamiento de una mente infantil creativa pero poco adaptada a lo que los adultos consideran adecuado. Sin embargo, el comportamiento de Fito resulta, en la mayoría de las ocasiones, muy egoísta mientras que la actitud de los padres se muestra débil ante las barbaridades llevadas a cabo por un niño mucho más inteligente y astuto que ellos. La autora no ha conseguido crear un personaje simpático dentro de su peculiar modo de entender la realidad. De la lectura de esta obra se desprenden una serie de recomendaciones sobre cómo engañar a padres crédulos y tolerantes, dispuestos a acceder a todos los caprichos de su hijo y a no castigarle nunca por los métodos que utiliza para conseguir sus deseos. El ejemplo de Fito es, desde el punto de vista pedagógico, claramente negativo aún cuando la obra pueda resultar divertida.

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