LISEL Y PO

La protagonista de esta novela infantil tiene trece años y acaba de quedar huérfana y heredera de una gran fortuna. Su madrastra, que antes fue la institutriz que la cuidó tras la muerte de su madre, la encierra en la buhardilla de la mansión familiar para manejar a su antojo la herencia. La aparición de un fantasma ayuda a la niña a salir de la depresión en que está sumida y a escapar de su encierro para poder enterrar las cenizas de su padre junto a las de su amada primera mujer, según su deseo que la segunda se negó a satisfacer.
La obra no es en conjunto una historia de terror ya que poco después de sus primeras y más siniestras apariciones, el fantasma se convierte en un personaje cada vez más amable y humano y lo mismo ocurre con el espectro-mascota que siempre le acompaña. La trama, desde que Lísel escapa de su encierro, cobra un carácter de intriga que presta dinamismo y tensión al desarrollo argumental, al que progresivamente se van incorporando numerosos personajes secundarios que diversifican la trama y, en algún caso, le añaden cierta perspectiva de humor. La ambientación, deliberadamente imprecisa, en una época que podría situarse a comienzos del siglo XX, tiende a acentuar el carácter fantástico de la narración y a paliar el miedo que podría causar en lectores impresionables la constante presencia de seres del Más Allá que parecen perdidos entre dos mundos. El desenlace satisfactorio, que da lugar a un episodio divertido y justiciero y el mensaje positivo que encierra completan el acierto de una historia entretenida que sin sobresalir por sus méritos literarios, está correctamente escrita y logra mantener el interés hasta la última página.

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