- Editorial: ACANTILADO
- Año de edición: 2018
- Materia: Narrativa contemporánea
- ISBN: 978-84-17346-36-2
- Páginas: 320
- Encuadernación: Bolsillo
- Colección: Narrativa Del Acantilado
- Idioma: Español
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Gregorio Casamayor comenzó su andadura como escritor en 2005 con un libro de relatos. En 2010 consiguió el premio Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela de la Semana Negra de Gijón con La sopa de Dios. Los días rotos es su cuarta novela.
Tomás Sepúlveda vive en Barcelona, tiene cincuenta y cinco años y desde los cincuenta y uno está prejubilado. Ingeniero de profesión, no le valieron sus más de veinte años en la empresa ni sus buenos resultados laborales para no ser incluido en la lista de los prescindibles al inicio de la crisis que se instaló en España en el 2008. Viéndose todavía joven se ilusionó con la posibilidad de hacer la ruta panamericana con Merche, su mujer, conduciendo una caravana. Pero la preocupación por los hijos que todavía dependían de ellos hizo que pospusieran un viaje que finalmente no se llevaría a término cuando, tras los hijos, fueron los padres los que pasarían a depender de ellos. Ahora Merche está en el pueblo cuidando de sus padres y Tomás en Barcelona atendiendo al suyo ingresado en una residencia. Podría decirse que forman un matrimonio de mínimos, con los hijos ya independientes e instalados a miles de kilómetros de distancia, viviendo una vida que les es ajena y con los que mantienen una relación de compromiso vía skype.
El libro es una ventana que el mismo Tomás Sepúlveda deja abierta para dar a conocer su cotidianidad entre el 29 de febrero de 2012 hasta octubre de ese mismo año. A cualquiera le podría resultar familiar. Gregorio Casamayor da voz a un personaje que bien podría ser real a la vez que trágico, descreído, coleccionista de manías y cargado de frustración, incapaz de vencer los propios miedos por la imposibilidad de superarlos. Nacido en los años sesenta del pasado siglo, Tomás pertenece a la generación bocadillo en la que se instaló una gran presión laboral y emocional, dedicada primero a cuidar de los hijos con los que no logra empatizar y luego a sus mayores, siempre con la sensación de no hacer nunca lo suficiente y viviendo en un constante estado de culpabilidad. Unido a esto surge el miedo a la soledad y a la muerte. El autor escribe una historia lineal, intensa, contada a borbotones, según van llegando los recuerdos de unos hechos que han desembocado en la realidad actual del protagonista. Bien escrita, Gregorio Casamayor es veraz en sus apreciaciones, aunque con una lucidez trágica.
Encarnita Herraiz
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