LOS NIÑOS DE CRISTAL

A los doce años, la protagonista de esta novela sufre la doble conmoción de la muerte de su padre y de la decisión de su madre de cambiar de lugar de residencia. El alejamiento de sus amigos y la ausencia paterna resultan aún más tristes debido a la sensación de inquietud que le produce la vieja casa que su madre ha comprado. A lo largo de los días, desde que se instalan en ella, se producen en su interior una serie de fenómenos inexplicables que inducen a la niña a pensar en presencias invisibles. La obra está escrita como una clásica historia de fantasmas, donde los espíritus inquietos son los de unos niños enfermos de osteoporosis, también llamados “niños de cristal” que vivieron allí cuando la casa era un orfanato y murieron ahogados durante una excursión a la playa cercana. K. Ohlson, conocida escritora sueca de novela negra, aplica, en este su primer libro infantil, los esquemas propios del género de intriga a las exigencias del público al que se ahora se dirige. La trama, sencilla en su planteamiento, tiende a poner de relieve lo infundado de los temores a seres de ultratumba y a demostrar que lo que parece inexplicable acaba por tener explicación. Así el lector no siente un excesivo miedo ante manifestaciones alarmantes como golpes, crujidos, mensajes escritos, etc. Sin embargo, el desenlace plantea, en las últimas líneas del texto, una duda inquietante que cierra muy hábilmente la historia para dejar abierta la incógnita de si la lógica racional basta para aclararlo todo. Bien escrita, la obra consigue sus propósitos de inquietar sin estremecer y pone de manifiesto el valor de la amistad como apoyo para afrontar situaciones difíciles, tanto materiales como afectivas.

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