- Editorial: SIRUELA
- Año de edición: 2015
- Materia: Narrativa contemporánea
- ISBN: 978-84-16396-07-8
- Páginas: 154
- Encuadernación: Rústica
- Colección: < Genérica >
- Idioma: Español
14,90 €
Alerta disponibilidad online14,90 €
Los niños de Carolina Sanín es una novela protagonizada por una mujer soltera, con recursos económicos que le permiten no depender de un trabajo remunerado si no lo desea, y que un día encuentra por azar a un niño abandonado frente a su casa. El pequeño, de unos seis años de edad, sabe cómo se llama y afirma tener padres pero se muestra ambiguo respeto a sus orígenes y al lugar de donde ha salido para llegar a donde se encuentra. Después de entregarlo a los servicios sociales para su custodia, la mujer se esfuerza en localizarlo y seguir en contacto con él. Al cabo de algún tiempo, se lo lleva a vivir con ella de modo provisional, sin decidirse a contraer un compromiso definitivo de adopción, debido a lo extraño de su carácter.
Carolina Sanín (Bogotá, 1973) dedica esta novela, con declaradas afinidades dickensianas en su argumento, a tratar el tema de la soledad en compañía, a través de los dos personajes centrales, reflejada la de cada uno de ellos en la del otro. Se trata, en un caso, de un niño sin infancia, ni inocente ni ingenuo y en el otro de una mujer que no ha logrado alcanzar la madurez afectiva propia de la persona adulta que es. La relación entre ambos, siempre lastrada por la incomunicación, cobra progresivamente matices inquietantes por la anómala configuración psicológica del niño, criatura un tanto fantasmal o poseída por alguna sombra amenazadora. Mientras él asiste al colegio, ella permanece encerrada en sí misma, sin ninguna ocupación definida ni un propósito decidido de desempeñar el papel de figura materna en el hogar. El final que no se resuelve en un desenlace, mantiene la misma brumosa indefinición que caracteriza la trama desde el principio. Solamente subraya el carácter amenazante de la situación en que se halla la mujer respecto del niño, cuando éste acaba de destrozar todo lo que contiene su habitación, salvo su cama. Siempre pasiva e irresoluta, simbólicamente, ella no toma otra medida correctiva que dejar de hablarle durante cierto tiempo. Escrita con estilo correcto, sin llegar a ser brillante, la obra resulta un tanto hermética en su interpretación mágica y misteriosa del mundo real.
Añadir a mis favoritos
Compartir