LOS PADRES LEJANOS

El corazón de Marina Jarre esconde un mapa emocional y geográfico que la escritora italiana de origen letón alumbra en Los padres lejanos, las memorias de toda una vida buscando su identidad y el sentido de su existencia. Publicadas en 1987, tras su fallecimiento en 2016 han sido rescatadas y reeditadas en Italia, y en España en la bella colección “Nuevos tiempos” de Ediciones Siruela.
Infancia, juventud, maternidad, madurez…. Jarre repasa las etapas de su vida en paralelo a los acontecimientos de una cultura europea en crisis, rota por los nacionalismos y los totalitarismos, especialmente afectada en su caso y entorno por Mussolini y Hitler. Hija de un judío lituano asesinado en el Holocausto y de una italiana protestante de la minoría valdense, (protestantes con origen en el s. XII), verá en la separación de sus padres el primer condicionamiento de su infancia, inmersas ella y su hermana Sisi en las constantes peleas de sus padres por obtener la custodia, una herida que marcará toda su vida.
Este libro surge de un guión encargado por la RAI pero que Jarre decide finalmente no entregar sino al cajón de sus escritos sin más dueño y señor que ella misma. Al día siguiente comienza a escribir estas memorias en las que trata de poner orden a su caos emocional e identitario, un modo de hacer justicia a su propia vida y a sus seres cercanos, ni queridos ni odiados. Desde una infancia y juventud marcada por la separación de sus padres y la comparación constante con su hermana de la que habitualmente sale derrotada, con escasa empatía por parte de su madre, hasta la independencia física que no emocional, la maternidad como liberación y distanciamiento de la madre manipuladora y posesiva.
Estas memorias reflejan que la facilidad de Jarre para aprender idiomas, no le ayuda a integrarse en una sociedad o en lugares nuevos, en algunos casos corrompidos ya por la barbarie fascista. La vida en fin como un puzle en el que no siempre encajan todas las piezas, como es el caso de su propia religión protestante desde la que mira con respeto y sin prejuicios otras confesiones.
Y todas esas historias se completan con distintos sueños en los que la autora regresa a Torre Pellice, el pequeño pueblo de sus abuelos maternos situado a las afueras de Turín donde una y otra vez se verá atrapada por la nostalgia de su infancia. Jarre mira con esa distancia a sus cuatro hijos en la flor de la vida, la amarga relación con su marido lejos de alcanzar la plenitud y los últimos estertores de una madre que se aferra a la vida haciendo justicia tardía a su hija primogénita.
La prosa de Jarre permite al lector viajar en un tren que transita a través de los recuerdos, a veces fragmentados, a veces hilvanados, una lectura nostálgica que da mucho que pensar.

TROA