LOS ÚLTIMOS HECHIZOS

El narrador, concluida su carrera, se instala en una imaginaria y apacible ciudad universitaria inglesa, junto con su hermano, y ambos entablan relación con una vecina viuda.A través de todos ellos, la obra se constituye en una crónica psicológica y social que refleja los últimos hechizos de una época, a punto ya de acabar la década de 1930, a la que la inminente guerra va a poner trágico final. Esta novela (1948), una de las primeras que publicó, recoge recuerdos y experiencias de su época juvenil, aunque no tiene carácter autobiográfico. Entre la nostalgia y la ironía, traza una sugestiva galería de personajes muy bien dibujados en su dimensión humana; la acción se desarrolla a ritmo pausado y se apoya en las pequeñas grandes tragedias de éstos, algunos de ellos ancianos o próximos a serlo, cargados de inofensivas manías u obsesiones, o bien afectados por serias carencias de dinero, por enfermedades y, sobre todo, por la soledad y por una falta de cariño que tratan desesperadamente de esconder. El escenario, el de la calma que precede a la evidente proximidad de la guerra, está muy bien concebido, con rasgos sobrios y expresivos. La trama resulta consistente y el estilo destaca por la elegancia clásica del léxico, por el tono poético de las descripciones y por la ágil construcción de las frases.La problemática de fondo subraya la necesidad del apoyo religioso para hacer frente a los sufrimientos, pero mantiene una ambigüedad relativista sobre los contrastes entre catolicismo, anglicanismo y confesiones luteranas.
Liddell (1908-1992) estudió en Oxford, y trabajó allí en la Bodleian Library, antes de trasladarse a Grecia, donde vivió hasta su muerte.

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