LUCIA SOLAMENTE. 5: SE COME EL MUNDO

En la quinta entrega de sus diarios, la protagonista narra una serie de cosas que ha aprendido en el colegio, al margen de las habituales enseñanzas regladas. La primera de ellas es que en el mundo hay grandes diferencias entre la forma de guisar y de comer según los distintos países y continentes. La actitud de rechazo de algunos niños hacia la comida que lleva de su casa alguna compañera que no es de procedencia europea, motiva que la profesora les encargue un trabajo al respecto para que entiendan lo infundado de su conducta. También descubre que la tendencia de un niño a estorbar y llamar la atención en clase no se debe sólo a sus ganas de fastidiar sino que puede esconder carencias afectivas y dificultades familiares. Por último, al margen del ambiente escolar, decide buscar cada día detalles agradables o beneficiosos para su vida y dar gracias por ellos, aunque no se especifica a quien. Todas estas pruebas de un proceso de maduración interior culminan con un mejor entendimiento con su amiga preferida, que implica no sentir celos de ella y aceptar que no siempre coincidan en los mismos gustos y opiniones. Prevalece en el relato un claro propósito educativo que se impone a los escasos y secundarios elementos de ficción intercalados en la trama y que se manifiesta no sólo en el contenido sino, incluso, en la forma de estar redactada. Las aventuras de la protagonista se narran, como los cuatro anteriores títulos de la serie, a base de frases breves, con estilo claro y acompañado de abundantes viñetas con texto, lo que facilita su lectura y comprensión. Aunque no pretende alcanzar un nivel literario destacable, este episodio resulta interesante por la variedad de los mensajes de fondo que encierra, expresados en términos que tienden a despertar la curiosidad del lector sin exigir un exceso de atención para asimilarlos.

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