MEJOR EL DIABLO

El escritor escocés Ian Rankin (Cardenden, 1960) sitúa la acción de la novela Mejor el diablo en Edimburgo donde los inspectores John Rebus y Malcolm Fox se enfrentan a dos bandas criminales, explotadoras del vicio, la droga y las apuestas ilegales en los bajos fondos de la capital. Darryl Christie, joven gánster con aspiraciones, sufre un asalto violento cuando regresaba a su domicilio, del que resulta con heridas graves. Malcolm Fox, encargado de identificar al responsable del ataque, solicita la ayuda de su ex colega Rebus, apartado del servicio activo por sus métodos expeditivos y actitud rebelde hacia los superiores. Los dos coinciden en señalar como sospechoso al veterano rey del hampa local Ger Cafferty, que se resiste a abandonar el campo en favor de su antiguo discípulo Darryl Chirstie, al que intenta asustar por la fuerza. Cada uno por su cuenta lleva a cabo distintas gestiones que les permiten avanzar en el esclarecimiento del caso. Los nuevos datos que reúnen después de entrevistar a Cafferty, a Christie y a sus respectivos matones a sueldo, descubren una trama relacionada con delitos financieros, fuga de capitales y blanqueo de dinero negro en perjuicio de la Hacienda Pública. La complicidad de un banquero sin escrúpulos en los negocios sucios de Christie favorece la entrada en escena de la mafia rusa que decide intervenir en defensa de sus intereses. A medida que avanzan en sus investigaciones Rebus y Fox amplían el número de personas implicadas en el delito organizado al desenterrar un viejo crimen pasional sin resolver cometido contra Maria Turquand, esposa de un conocido financiero escocés. En paralelo a los trabajos que llevan a cabo los dos protagonistas, Ian Rankin describe el ambiente, la mentalidad y costumbres de Edimburgo así como el carácter indisciplinado de Rebus y los problemas que al inspector Fox le ocasionan las deudas contraídas por su hermana a causa de su adicción al juego. El excesivo número de personajes y las derivaciones marginales de la trama argumental, restan agilidad al relato que solo en los episodios finales, gracias a la intervención del astuto y frio ex inspector Rebus recupera el ritmo acelerado y el interés de la intriga planteada en los capítulos iniciales. Las expresiones utilizadas, tanto en los interrogatorios oficiales como en los diálogos y conversaciones entre los agentes de policía y los delincuentes reproducen con realismo el lenguaje propio de los bajos fondos.

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