MEJOR HOY QUE MAÑANA

Novela protagonizada por un matrimonio sudafricano, formado por un joven químico blanco, de origen judío y una abogada, hija de un pastor metodista de color de etnia zulú. Ambos habían participado durante el noviazgo en la lucha contra la segregación racial y cuando ésta fue abolida, comenzaron su vida en familia, instalados en Johannesburgo, y tuvieron dos hijos. La acción transcurre durante las dos primeras décadas de la nueva Sudáfrica democrática y refleja el progresivo deterioro social que se produce en estos años, hasta el punto de inducir a los protagonistas a emigrar a Australia.
La autora, comprometida desde siempre en la lucha contra el racismo, plasma en la trama su decepción ante los resultados obtenidos tras el final del “apartheid”. La acción, narrada con estilo sobrio, carente de adornos estéticos, combina realidad y ficción en dosis bien medidas, para trazar un retrato social, el de la nueva clase media interracial. Bien ambientado y animado por unos personajes convincentes en el trazado de su perfil humano, a través de este entorno se transmite al lector con mucha fuerza, el desencanto de quienes ven que el país supo conquistar sus libertades mejor que conservarlas y consolidarlas. Sudáfrica presenta, tal como aquí aparece, grandes brechas sociales, escándalos provocadas por políticos corruptos, y prejuicios xenófobos hacia inmigrantes negros de países vecinos. Con esta actitud, se pone de manifiesto que los antiguos dominados imitan ahora en su trato con otros, conductas propias de sus antiguos dominadores. El evidente contenido crítico del relato impone una técnica narrativa precisa, minuciosa y reiterativa, que sugiere más de lo que expresa y puede desconcertar a lectores geográfica y culturalmente alejados de la realidad sudafricana. Sin embargo esto no impide apreciar la calidad novelística de la autora, premio Nobel 1991, ni tampoco captar su estricto sentido de la moral social. En el aspecto personal, en cambio, su actitud es mucho más permisiva respecto a cuestiones como la homosexualidad, el adulterio o el aborto, de forma consecuente con su patente indiferencia religiosa.

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