METAFÍSICA DE LOS TUBOS

La protagonista de esta novela narra en primera persona la historia peculiar de sus tres primeros años de vida. Hija de un diplomático belga destinado en Japón y nacida en este país, la niña permanece insensible como un vegetal durante dos años, en los que su existencia se reduce a la de un tubo que recibe alimentación y expele residuos. Después comienza a moverse, a gritar y a pensar como un adulto, totalmente al margen de su edad real.
La autora reelabora en esta obra, de claro signo autobiográfico, recuerdos de su propia infancia vistos desde una perspectiva que, más que metafísica, como sugiere el título, tiende al humorismo extravagante. La narración, sencilla en sí misma, busca sin embargo enfoques secuenciales forzados para dar relieve excéntrico a lo que no son sino anécdotas domésticas de unos extranjeros que viven en un lugar muy diferente a su patria. Todo en ella se reduce a un juego literario de visiones irónicas deformadas a veces hasta lo esperpéntico, en el que se invita a entrar al lector con un propósito que va poco más allá de lo puramente lúdico, aunque tenga pretensiones intelectuales. Así es como cabe interpretar esta novela, formalista y algo retórica, cuyas primeras páginas, en las que la protagonista se identifica a sí misma como Dios, pueden sonar irreverentes, aunque no sea ésa su intención.

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