MONSTRUOS DE INTERCAMBIO. EDU Y FENDA

Dentro de la serie Monstruos de Intercambio, la obra cuenta la estancia de Edu en casa de una Pembran de un metro de alto por dos de ancho, tres ojos en triángulo y tres pies planos. A pesar de su aspecto, es muy simpática y el niño se hace pronto amigo suyo. Durante el tiempo que dura su visita, ayuda al abuelo de Fenda a encontrar financiación para remozar el Parque de Atracciones que constituye el negocio familiar y que otros competidores quieren arruinar. Por su parte, Fenda, mientras devuelve la visita a Edu, contribuye eficazmente a que la madre de este gane la contrata del servicio de comidas del colegio de su hijo, gracias a una receta genuinamente Pembran. La acción, en ambos relatos, está ágilmente desarrollada y contada con ingenio, humor y sencillez. La relación entre los protagonistas y de cada uno de ellos con la familia del otro es muy cordial, sin que ni la apariencia física tan diferente ni los opuestos gustos y costumbres resulten un obstáculo para el mutuo entendimiento. J. Zucker (Londres, 1966) hace un despliegue de imaginación que resulta muy eficaz para poner de manifiesto que si se supera la extrañeza inicial, las diferencias externas se olvidan pronto, en comparación con las afinidades de fondo. Bien escrita, en términos muy adecuados a los gustos infantiles, e ilustrada con el peculiar gusto estrafalario de Tony Ross, esta aventura, resulta entretenida y su contenido encierra un acertado mensaje educativo sobre la aceptación de personas físicamente distintas.

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