NADIE VIO MUERTE TAN BELLA

A principios del siglo XIII, en la corte de los condes de Champagne, vasallos del rey francés Felipe Augusto, la condesa regente, Blanca, hija de Sancho VI de Navarra, dirige sus dominios hasta que su hijo, el futuro Teobaldo IV, alcance la mayoría de edad. Gobierna con gran prudencia, fomentando el comercio y maniobrando con la diplomacia y las armas para evitar que otros aspirantes priven a su hijo de los derechos sucesorios
La obra, basada con bastante exactitud en hechos reales, recrea el ambiente de la época y el espíritu del amor cortés que reinaba en el ámbito cultural de Troyes, la capital champanesa. La época recreada es interesante, ya que corresponde a uno de los períodos más brillantes de la Edad Media. Aunque de lectura fácil, la novela resulta un tanto árida por ausencia de realce estético en sus elementos formales. La acción es poco fluida y al estilo le falta expresividad para acentuar los matices de situaciones y personajes, y estos últimos, salvo excepciones, están perfilados con rasgos convencionales que apenas subrayan peculiaridades individualizadoras. Los objetivos de índole ideológica tienen más peso que la parte de creatividad literaria. La condesa Blanca queda ensalzada para, a través de ella, hacer apología del nacionalismo navarro, acusando a Castilla de todo tipo de atropellos e injusticias. El clero católico se presenta como encarnación de la gula y la lujuria, y capaz de "justificar cualquier pecado por el que condenáis al resto de la gente".

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