NORMAS DE CORTESIA

Transcurre esta novela en Nueva York durante el año 1938. La protagonista es una joven secretaria, hija de emigrantes rusos, que a lo largo de ese año experimenta varios cambios importantes en su vida. De forma casual conoce a un joven atractivo y con dinero que la introduce en la buena sociedad y le revela aspectos de la gran ciudad desconocidos hasta entonces para ella. En su compañía descubre nuevos horizontes y experimenta profundas decepciones respecto a lo que se puede ocultar tras las normas de cortesía observadas por quienes frecuentan los hoteles lujosos y los clubs privados.
El autor (Boston, 1964) recrea en esta su primera novela, el ambiente neoyorkino del final de la era de jazz, en el momento en que las secuelas de la Gran Depresión de 1929 llegaban a su final y aún no se adivinaba la llegada de la guerra en Europa. El elemento más logrado de esta bien conseguida historia es la recreación de la atmósfera narrativa, en la que encaja perfectamente una trama elaborada en torno a una compleja pugna de ambiciones, deseos y frustraciones. Los personajes, bastante numerosos, son consecuentes con el papel que se asigna a cada una dentro del desarrollo argumental. Destaca, sobre todo, el perfil de la protagonista, vulnerable por sus orígenes y posición pero protegida por su carácter, firme y sensato. El proceso de crecimiento y maduración interior que experimenta es el eje de la acción, que comienza y finaliza con muy buen ritmo narrativo, aunque, por demasiado extensa, resulta más débil en la parte central del relato. Guiado por un propósito perfeccionista en su reconstrucción de época, incurre a veces en descripciones demasiado minuciosas que entorpecen el encadenamiento de las situaciones con detalles poco relevantes. El estilo, ágil y elegante, tiene una textura expresiva flexible que compensa en parte estos fallos técnicos, propios de un autor poco experimentado. La problemática de fondo pone de manifiesto una clara falta de principios morales en la mayoría de los personajes, reduciendo su actitud al distinto grado de decoro que guardan en su conducta social. El autor no censura a nadie explícitamente pero tampoco describe los términos concretos de sus transgresiones.

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