PETERSBURGO

En 1905, al hijo de un alto funcionario de San Petersburgo le encargan sus contactos con el partido clandestino bolchevique que realice un acto de sabotaje, misión que acepta, hasta que le informan de que se trata de poner una bomba en el despacho de su padre. El autor (1880-1934) pertenece a la generación de escritores rusos de principios del siglo XX y está encuadrado en la escuela simbolista.
La obra, escrita con un ritmo muy peculiar, resulta de difícil lectura por la acumulación de elementos dispares, no fundidos en una unidad narrativa sino superpuestos en mezcolanza anárquica. Su base argumental es sólo un motivo para describir aspectos y tipos característicos de la ciudad, que es quien ocupa el papel de protagonista. La imagen de San Petersburgo, trazada con técnica impresionista, surge con bastante nitidez, con los rasgos vacilantes y contradictorios propios de un periodo de agitación prerrevolucionaria. En cambio, los personajes -fríos, encerrados en sí mismos, incapaces de comunicación afectivay las situaciones en que se encuentran, están envueltos en un clima borroso, que se resiste a ser captado con precisión y que da a la obra un tono desconcertante y reiterativo, muy poco ameno. Biely es un escritor pesimista y moroso, de humor tétrico y exaltado. Su actitud ante el protagonista, un joven algo desequilibrado que juega a terrorista y lee a Kant, es más bien irónica y de rechazo hacia su intelectualismo progresista; pero, salvo esto, no hay un pensamiento definido, sólo un estremecido sentir ante la ciudad a la que dedica la obra.

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