PLANIMETRIA DE UNA FAMILIA FELIZ

Lia Piano (Génova, Italia, 1972) es la tercera hija del arquitecto Renzo Piano (ganador del premio Pritzker en 1998). La creatividad de su padre que, según la autora, facilitó en la familia una infancia feliz para sus hijos, ha sido inspiración para que Lia se decidiera a escribir en 2019 su primera novela, Planimetría de una familia feliz.
Tras varios años por ciudades europeas, los padres de Nana deciden instalarse en una vieja villa en Génova. Varias son las zonas de esa casa que encantan a los cinco miembros de la familia, pero sobre todo es el jardín, donde sin orden ni concierto la hierba crece a sus anchas y los árboles frutales hacen lo que pueden. El semisótano será el lugar preferido del padre, porque allí puede dedicarse a dibujar, planificar y construir un barco para toda la familia. La madre, muy guapa y siempre subida en unos altos tacones, rodeada de libros y perdiendo gafas, no tiene inconveniente en dejar a sus hijos a su libre albedrío y al cuidado de María, una mujerona calabresa con una forma muy particular de educar y realizar las tareas domésticas. Los tres hijos nunca han ido a la escuela. Una dudosa lista de institutrices y preceptores han intentado enseñarles algo; pero ahora en Génova deben ir a la escuela. Algo inútil para unos niños que no entienden la necesidad de hacer y aprender cosas normales cuando se puede disfrutar sobradamente con una familia poco convencional, transgresora de las normas sociales y educacionales y donde caben cuatro perros, ochenta gallinas, varios gatos y cientos de ranas.
La novela es un intento por seguir la estela de otras del mismo género narradas desde la visión de un niño. Algunas de las escenas resultan simpáticas, imaginativas, simples, inocentes o exageradas desde el punto de vista infantil. Buscando la originalidad de la familia protagonista la autora les hace vivir en un mundo tan exageradamente aparte que resulta inverosímil. En el lado opuesto, tanto los valores morales y religiosos y los personajes normales están ridiculizados hasta el absurdo.

Encarnita Herraiz