POBRE BLANCO

A finales del XIX, en Missouri, Hugh McVey que se ha criado sin madre y con un padre miserable y borracho que nunca se ha preocupado por su educación, es acogido por el matrimonio Shepard cuya esposa intentará sacar algo de luz de la borrosa inteligencia del muchacho. Ya con veinte años, Hugh que presenta un carácter retraído y un cuerpo alto y desgarbado, decide viajar hacia el Este buscando la felicidad y poder traspasar la barrera que según él le separaba de la humanidad. Establecido en la pequeña localidad de Bidwell, en Ohio, nuevas sensaciones se despiertan en su interior con sueños de amar y ser amado, de socializar. Sin embargo, él mismo atajará esas ensoñaciones de las que no se cree digno concentrando todos sus pensamientos en un intenso trabajo, de tal manera que llegará a ser pieza clave en la nueva era industrial que se avecina y que transformará irremediablemente el modo de vida del país.
A través del personaje de Hugh McVey el autor muestra el cambio radical que supuso en las personas el desarrollo industrial y el crecimiento de las ciudades en detrimento de la vida rural más tranquila y apacible. La posibilidad de ganar dinero y ostentar el poder llevó a muchos a una ambición desmesurada y a un empobrecimiento espiritual que alcanzaría niveles dramáticos impidiendo alcanzar una felicidad duradera.
A través de esta historia con tintes autobiográficos, Anderson hace crítica de una sociedad que se mueve por el afán de dinero y la especulación, apoyando todo en una farsa que requiere poca inteligencia y mucha difusión periodística, un tema que no es ajeno a la época actual. El arte y la belleza a penas tendrán espacio en esa sociedad en la que Hugh no logra encontrar el modo de expresarse. Su ardiente sensualidad y los deseos de amor indefinido irán reconduciéndose a lo largo de la historia hasta alcanzar un fin determinado.

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