PONER LÍMITES

Ante los cambios sociales y de estructura de la familia actual, la autora trata sobre la necesidad de poner límites en la educación de los hijos y de que éstos los interioricen, y la enmarca en su auténtico sentido: como un modo de orientar al niño y de ayudarle a distinguir el bien y el mal, que debe hacerse desde que éste es pequeño, pues los primeros seis años son importantes en el desarrollo de su personalidad. El modelo autoritario en educación está desfasado, pero sí hay que poner límites, para que los padres ejerzan con responsabilidad su tarea educadora y para que los hijos maduren. Describe cómo se desarrolla la primera infancia y cómo los límites a esta edad deben ser firmes pero llenos de afecto. Insiste la autora en que los padres deben ser coherentes y vivir ellos también lo que inculcan a sus hijos, porque los niños son imitadores de lo bueno y de lo malo. En la primera infancia deben aprender que el principio de placer tiene que ser reemplazado por el de adecuación a la realidad, y que no siempre pueden hacer todo lo que les apetezca. La escuela les enseñará después a comportarse en otros ámbitos. Lo que se pretende es desarrollar la responsabilidad, la madurez y el dominio de sí. Este libro, aunque no tiene gran calidad técnica, sí puede ayudar a los padres a establecer, de acuerdo con el colegio y con quienes más directamente colaboran en la educación del hijo, unos objetivos educativos concretos para cada etapa de su desarrollo.

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