¿POR QUÉ EDUCAMOS?

“Cuando nos preguntamos por qué educamos, es inevitable derivar en muchas otras preguntas, para qué, para quién, a favor o en contra de qué, cómo, dónde…”…. porque, como dice David Martín en este magnífico trabajo de campo educativo que es su libro, “la educación siempre está en tela de juicio; es un debate incesante, riquísimo, pero lleno de aristas, matices e interpretaciones”; quizá porque la educación –como dice una de sus colaboradoras- no es aprender a vivir, que sería bastante, sino la vida misma.
Algunos, ciertamente, ven en ella una bandera con la que hacer votos, otros una oportunidad para hacer negocio y alguna que otra vez resulta ser motivo de ciertos enfrentamientos entre los propios profesionales o entre padres y los colegios, o con las administraciones educativas porque las respuestas a tantas preguntas planteadas nunca son inmediatas ni unidireccionales, ni han de partir solamente de arriba, abajo, de fuera o de dentro -como decía Espinete-. Las soluciones a cuestiones complejas han de ser multidireccionales y exigen el trabajo cooperativo y proactivo de todos.
Por qué educamos? es el resultado de muchas, muchas conversaciones realizadas por el autor con profesionales de la educación, líderes de la innovación y comunicación educativa, padres comprometidos con la colaboración familia-escuela, personalidades de la administración educativa, políticos responsables de áreas educativas de organismos internacionales, educadores sociales y profesionales de la educación no reglada, todas ellas son personas -como los alumnos e hijos a quien educan-, que viven de cerca la educación o la han convertido en su cruzada personal. Todos conforman una galería de brillantes colaboradores de este magnífico libro. Y aunque ¿Por qué educamos? es un libro de preguntas, preguntas llenas de sentido, también hallamos en él además de análisis y reflexión profunda, un índice no de respuestas precisamente, sino de soluciones, recursos, iniciativas, programas y organizaciones que pueden ser de utilidad a todo aquel “cruzado” que quiera hacer de sus alumnos, de sus hijos, los agentes del cambio para construir una sociedad mejor, pero están dispuestos a ser artesanos de humanidad aunque convivan con pantallas.

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