SABOR A PROVENZA

Jean Perdu, un hombre solitario, introvertido, en la cincuentena, y dueño de una librería flotante sobre el Sena, es capaz de recetar como remedio de males el libro adecuado a los clientes que se acercan a su barco mientras que él, sumido en la tristeza de sus desamores, no consigue recetarse nada a sí mismo. Veinte años atrás, cuando Manon, su amante, decide abandonarle, su desesperación le lleva a convertirse en alguien a quien cualquier posible relación amorosa se hace insufrible; pero su corazón, cerrado a cal y canto, comenzará a resquebrajarse cuando Catherine, una nueva inquilina en su edificio de apartamentos, encuentra una carta de Manon dirigida a Perdu. En ese momento lo único acertado será cortar amarras y lanzarse a un peregrinaje a lo largo del Sena hasta dar sentido a lo que no llegó a ser en su relación con el gran amor de su vida.
Sabor a Provenza es una novela fresca, desenfadada, escrita con mucha sensibilidad, pero que también invita a la reflexión sobre el dramatismo que envuelve la historia: un triángulo amoroso que pretende la posibilidad de una entrega compartida. El amor es poderoso y hace que acontezcan situaciones que hagan compatible las relaciones más inesperadas. Todo vale en el amor. El género humano en esencia es amor y eso es lo que se pretende de él: dar amor y aceptar el que se le proporciona. El desamor será el mal que sufran la mayoría de los mortales.
La autora consigue crear situaciones y personajes que irán evolucionando a través de una peregrinación interna y externa, haciéndoles correr el riesgo de la libertad al tomar decisiones trascendentales para su propia vida: decidir por sí mismos, decir adiós a un pasado anquilosado en malas costumbres y saberse capaces de amar. La vida podrá superar a la muerte, a lo corrupto y lo erróneo en un posible acto de entrega definitivo.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa