SOBRE PALESTINA

Hannah Arendt llegó a Estados Unidos en los años cuarenta, escapando del nazismo. Desde su juventud, tuvo contacto con los movimientos sionistas, si bien más tarde se apartará de ellos, entre otras razones por el papel de las organizaciones judías en el Holocausto. Con todo, escribió y asesoró a muchas de ellas. En concreto, en este ensayo, datado cuatro años antes del nacimiento del Estado de Israel, escribe sobre la posibilidad de constituir un Estado judío y en favor de que se instalara en Palestina una democracia de corte moderno y liberal.

“La importancia actual de Oriente Próximo tanto para Inglaterra como para Estados Unidos puede resumirse hoy en la palabra petróleo”, escribe en el texto. Eso quiere decir que la pensadora alemana era sumamente consciente de que si se contaba en demasía con el apoyo americano, podía verse comprometida la libertad del nuevo Estado. Tampoco desconocía que surgiría la oposición de los países vecinos y que, por ello mismo, puede ser problemática. Pero como Arendt escribía en 1944, para ella Palestina era un lugar al que podían acudir los refugiados y las víctimas de la barbarie nazi; de ahí que priorizara los asentamientos y la necesidad de transformar aquella tierra en un hogar para quienes estaban sufriendo.

En esta edición, además del texto de 1944, se añade otro escrito más de diez años después, en 1958, cuando ya era consciente de los inconvenientes asociados al nacimiento de Israel. En ellos, Arendt busca una solución acorde con su visión política. Arendt siempre fue muy realista y buscaba comprender la posición de cada uno. Con una enorme libertad interior, no se casó ni con Israel ni con Palestina y quizá por ello siempre fue tan antipática para quienes suscriben a pie juntillas determinadas ideologías.

TROA