SUPERVIVIENTES

El volumen titulado Supervivientes reúne cinco narraciones breces ambientadas en Canadá que protagonizan personas de raza judía supervivientes de su cautiverio en campos de exterminio nazis. En último lugar, aparece un texto que no es de ficción como los anteriores, sino que contiene un testimonio dedicado por la autora al poeta Simkha-Bunim Shayevitch que fue su amigo y mentor en el gueto de Lódz y murió en Auschwitz donde también fue destruida la parte de su obra que permanecía inédita. Java Rosenfarb (Lódz, Polonia, 1926-Montreal, Canadá, 2011) fue una de las escritoras en yiddish más conocidas del siglo XX.
El dolor de conservar la salud y la vida física mientras el alma permanece como muerta a causa del sufrimiento pasado es el tema común a todas estas historias, de notable calidad literaria, narradas con la intensidad de una persona que ha vivido, o conocido muy de cerca, experiencias semejantes a las que relata en esta obra. Los protagonistas, traumatizados por haber conocido la cercanía de la muerte, en el fondo se sienten culpables por haberla esquivado, mientras que no pudieron hacerlo algunos de sus seres más queridos. Recobrada la libertad, no pueden desprenderse de la huella que ha dejado en su espíritu la inhumanidad provocada por haberse visto privados de ella durante un periodo más menos largo. Java Rosenfarb expresa con un realismo tamizado por una forma estilística elegante y sobria, pero muy significativo de fondo, la tragedia de la supervivencia en el exilio, equivalente y en cierto modo prolongación de la del internamiento. El peso de los recuerdos, los remordimientos, los sentimientos de pérdida, y el bloqueo de la afectividad, sumen en la tristeza y el fatalismo a los personajes, aunque hayan logrado asegurar su existencia sobre una nueva estabilidad económica y familiar. Perdida la confianza en la Humanidad y alejados de Dios, por sentirse tratados injustamente, recurren al sexo o se suicidan como alternativas a la total falta de esperanza que impregna su espíritu. Incluso aquellos que resisten la tentación de auto eliminarse, nunca llegan a recuperar plenamente la personalidad que les fue arrebatada junto con sus hogares, familias y bienes, tal como se manifiesta sin rencor expreso, pero en términos cuyo dramatismo encierra una implícita denuncia.

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