SYLVIA

Un millonario californiano encarga a un detective privado que investigue el pasado de Silvia, la mujer con quien piensa casarse. El detective, de condición modesta, divorciado, desencantado de la vida y con pocas convicciones éticas, ve en ello la oportunidad de ganar dinero. Al investigar, va descubriendo los oscuros orígenes de Sylvia: violada en la infancia por su padre y maltratada por la vida, se ha convertido en poeta, siempre en ambientes de prostitución y crimen. Sylvia, además de belleza, tiene gran personalidad, y después de estudiar finanzas ha logrado progresar económicamente. Poco a poco, el detective va enamorándose de la investigada, y cuando la conoce traiciona al millonario que le contrató y rompe el informe.
El autor hace una dura denuncia de la injusticia, plasmada en el personaje femenino. El nivel literario es más que aceptable, aunque hay pequeños defectos de traducción que incluyen alguna palabra incorrecta. La trama se relata en primera persona, siempre a través de un estilo sobrio, algo lacónico, con breves reflexiones del protagonista y una ambientación certera de las distintas ciudades que visita. Los personajes, aun resueltos con pocos trazos, tienen hondura psicológica, pero trasmiten una visión desencantada y pesimista acerca de la condición del ser humano. Se respira un permisivismo previsible por algunos de los ambientes –burdeles- en que se desenvuelve el relato, aunque sólo hay un pequeño apunte erótico. Hay comentarios negativos sobre la Iglesia puestos en boca de un misionero.
Esta novela es considerada por algunos como la obra maestra del escritor norteamericano (1914-2003).

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa