TEMPUS

El asesinato ‘innecesario’ de un prestigioso científico pone en jaque a Scotland Yard y al grupo de inmortales que lo ha planeado. Ellos poseen el secreto del tiempo, pero han de asumir decisiones equivocadas. Entre ellos, Richard Chanfray, ahora alumno del científico asesinado, toma sobre sí la tarea de recrear en el tiempo un mundo mejor, anulando la espiral de acciones irresponsables de estas peculiares cinco personas. Liz, que odia a Chanfray después de haberlo amado hasta la locura, desbarata cada intento de Richard. Además, el protagonista sucumbe al amor puro que comienza a sentir hacia Daniela, hija de su maestro. Abberline toma el caso, tratando también de recuperar el buen nombre de su bisabuelo, famoso inspector que, sin embargo, no pudo descubrir a Jack el Destripador. Siempre con retraso, se le interponen la intrepidez de Richard o Liz o la burocracia legal. La autora nos va sumergiendo poco a poco en la difícil tarea del protagonista, que agónicamente se enfrenta a sí mismo. Le duele ser inmortal, estar solo, en esa línea hay algún pasaje sexual. Ansía el bien, recuperar sentimientos humanos: permanece fiel a su misión, consciente del riesgo. Utiliza la autora sugerentes instrumentos, pues hace convivir a personas y personajes, realidad, ficción y leyenda; pasado, presente y futuro. Sociedades ancestrales, como la masonería, y entidades actuales de investigación científica, como el CERN, esoterismo y racional empirismo se enfrentan y complementan. Con acierto, sitúa al lector en el umbral del no-tiempo o lo eterno de todos los mundos posibles.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa