TRES DIAS DE AGOSTO

Tres días de agosto es un nuevo episodio de la serie protagonizada por el ex inspector de policía de Barcelona Miquel Mascarell, enfrentado a la extraña solicitud de un desconocido que, después de raptarle a su mujer, le amenaza con matarla si no accede a sus peticiones. Lo que pretende es que aclare un asesinato ocurrido en la ciudad Condal en 1938, cuando
el inspector desempeñaba su cargo al servicio de la República, caso que él no pudo concluir por enfermedad
El veterano escritor Jordi Sierra i Fabra (Barcelona,1947) repite el mismo esquema de sus novelas anteriores en las que Mascarell debía resolver en tres días un complicado caso del que dependía su vida o la de sus allegados. En esta ocasión la amenaza se cierne sobre la atractiva joven con la que el inspector, ya próximo a la vejez, acaba de rehacer su vida tras soportar las duras represalias del nuevo régimen, debido a su filiación republicana. La acción se sitúa en agosto de 1950, cuando los captores de su mujer le comunican que, para rescatarla sana y salva, deberá encontrar al verdadero culpable del asesinato cometido años atrás que ha permanecido sin ser identificado. La propuesta consiste en que, si no descubre en el plazo previsto la identidad del asesino, nunca volverá a verla. Dispuesto a cumplir el encargo, el inspector reconstruye los hechos, interroga a los escasos supervivientes, amigos y familiares de la víctima y desvela una complicada trama de odios y viejos rencores que precedieron al asesinato. En su lucha contra el reloj, Mascarell se encuentra con el recelo y temor de testigos que se niegan a declarar y prefieren olvidar un pasado ya lejano cuyo esclarecimiento no devolverá la vida al fallecido ni servirá para condenar al culpable. Gracias al valor y competencia profesional del inspector se superan las dificultades del ambiente violento y enrarecido que el autor, a través del protagonista, atribuye a la España de los años cuarenta, sumergida en la miseria y en negación de las libertades y derechos humanos. El autor acredita una vez más su dominio de la prosa y su sensibilidad para reflejar los rasgos psicológicos de los personajes, aunque se pierde en disquisiciones de índole política que hacen perder fluidez al relato. Se incluyen expresiones blasfemas y referencias partidistas sobre la guerra y postguerra civil española.

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