UN BOLSO Y UN DESTINO

Leigh Himes es una joven norteamericana, agente de relaciones públicas, que se estrena como escritora con Un bolso y un destino, una entretenida novela que tomó forma cuando Himes descubrió la fotografía de un antiguo pretendiente en una revista.
Abbey Lahey no puede decir que sea infeliz, pero la vida no está siendo demasiado fácil para ella. Las ilusiones de juventud por labrarse un camino exitoso como agente de publicidad junto a su amiga Jule se han reducido ahora que tiene treinta y siete años a una jornada a tiempo parcial sin demasiado futuro profesional, a un marido al que ama pero con serios problemas económicos, y a dos niños encantadores pero que no le ahorran quebraderos de cabeza. Encaprichada con un bolso carísimo, y dejándose llevar por el primer impulso, Abbey, a pesar de su reducido presupuesto familiar, no duda en gastarse una desproporcionada cantidad de dinero para adquirir el lujoso bolso. Tras dos semanas de uso y una discusión con su marido, se da cuenta de lo absurdo de su decisión y decide intentar devolverlo en los almacenes donde lo compró. Momentos antes, y mientras se desahoga de sus desdichas con su amiga Jule, se fija en la fotografía de un apuesto joven que aparece en una revista. Asombrada, descubre que se trata de Alex van Holt, un antiguo pretendiente al que rechazó hace más de diez años y que le lleva a preguntarse qué hubiera sido de ella y de su estilo de vida si hubiese aceptado al joven. Sin darle más vueltas al asunto, cuando se encuentra en los grandes almacenes donde ha de realizar la devolución, Abbey sufre un desafortunado accidente en las escaleras automáticas que le hace perder la consciencia. Cuando despierta se encuentra en una confortable habitación de un hospital, pero la persona que está a su lado no es Jimmy, su marido, sino el apuesto Alex van Holt quien dice ser su esposo. A partir de ese momento, Abbey deberá aprender a existir en una vida que le es completamente ajena salvo por la realidad de tener a sus dos hijos junto a ella.
La novela, con un argumento poco original, anuncia un final previsible desde el principio. Sin embargo, la autora consigue una historia entretenida, fácil de leer y que pretende ayudar a reflexionar sobre el valor de lo que se tiene, no tanto en cuanto a lo material de las cosas, poniendo el acento más en el ser que en el tener y en la importancia de las decisiones.
La sociedad americana que describe la autora refleja unos modos superficiales y frívolos a pesar de la buena intención que procura.
Las escenas de carácter sexual son prescindibles, poco elegantes y no añaden nada al argumento.

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