UN HOTEL EN LA COSTA BRAVA

En la primavera de 1934, Nancy Johnstone y su marido Archie, ambos de nacionalidad británica, enamorados de la luz del sol y el color del mar de Tossa, un pueblo remoto de la Costa Brava donde han ido a pasar unos días de vacaciones, deciden instalarse en aquel paraíso azul de forma definitiva sopesando la posibilidad de explotar su propio negocio construyendo un pequeño hotel para turistas extranjeros en una colina próxima al pueblo y con unas vistas inmejorables.
Lo que se presenta para ambos como un futuro prometedor con un comienzo exitoso que da para todo un simpático anecdotario de vivencias, se verá al poco tiempo frustrado por la época de revueltas políticas que amenaza a España desde octubre de ese mismo año y que se irá complicando hasta culminar con la guerra civil en 1936 en la que se verán involucrados tras la decisión de rechazar la posibilidad que les brinda el consulado británico de salir del país.
Con una mentalidad de izquierdas y laicista, en contra del clero, los terratenientes y militares intervencionistas, los Johnstone no rechazarán, con una mentalidad un tanto ambigua, “vivir como reyes”, una vida pacífica y regalada en un país “gloriosamente barato”.
Aunque hay que conceder a la autora el mérito de dar forma a modo de crónica cotidiana, a menudo con sentido del humor, a unos momentos dramáticos y complejos de la historia más reciente de España, sin embargo, da cabida a algunos términos frívolos e irrespetuosos hacia la Iglesia católica considerando los ataques sufridos por la misma durante la contienda de una importancia irrelevante. Con una visión parcial y partidista de la guerra no consigue desembarazarse de su papel de extranjera voluntarista que no consigue adentrarse en los complejos vericuetos del sentir y el razonar de un país ajeno.

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