UN PLAN SANGRIENTO

El 10 de agosto de 1869, en Culduie, una aldea de las Tierras Altas de Escocia, se comete un brutal triple asesinato y se encarcela enseguida al confeso autor, un joven vecino de la localidad. Todo esto se sabe desde el principio.
La primera parte de la novela es el manuscrito que el joven Macrae elabora en la cárcel, un testimonio de toda la historia escrito con gran corrección y lucidez. Se cuenta el acoso que sufre su familia a manos del alguacil de Culduie y el amor del joven por la hija de éste. La segunda parte la forman diversas declaraciones, informes forenses, un estudio médico que intenta dilucidar el estado mental de Macrae y, por último, el relato del desarrollo y conclusión del juicio.
Se lee con interés en todo momento, gracias (antes que a la intriga) a un estilo más que correcto, y se aprecia una intención más allá de la narración de un supuesto true crime: es en el fondo un análisis del mal, consecuencia del pecado del hombre (según el párroco de la aldea, un personaje en general desagradable), o de la herencia genética y la influencia del entorno (según el médico experto en antropología y psicología criminal), o de un estado de enajenación mental permanente o transitorio. ¿Hay que hablar de tragedia o de perversidad? ¿de un joven llevado al extremo o hubo otros motivos (no sólo resultó muerto el alguacil)? El caso es complejo y el análisis agota todas las posibilidades y conduce mansamente a la conclusión final.
Ingeniosamente construida, esta meritoria segunda novela del escocés (1967) mereció la categoría de finalista al Booker de 2016.

Javier Cercas Rueda