¡VIVIR!

Un joven cuenta la historia, tal como él se la ha narrado, de un hombre que andaba con prostitutas y que, para saldar sus deudas de juego, perdió las tierras que había heredado. La familia se ve obligada a instalarse en una choza y la mujer ha de trabajar en el campo, y entonces él reconoce su error y empieza a trabajar muy duro para sacarlos adelante. Pero cuando llegan los comunistas pierden la pequeña parcela que les arrendaban.
El protagonista es ingenuo, impulsivo; incluso sus hijos parecen más inteligentes y maduros que él. Su vida es la propia de un campesino que se ve envuelto en la guerra y cuyo sufrimiento, trabajo duro y hambre se soporta por el amor que se tienen todos. El autor cuenta con estilo sencillo las mayores penalidades sin agrandarlas, con objetividad y pocas palabras. El carácter del campesino llama la atención por su modo infantil de abordar cualquier suceso: también reconoce sus errores y la impulsividad que le lleva a pegar a su mujer o a su hijo y a humillarlos. Pero su simplicidad hace que estas realidades no sean sórdidas, sino resultado de la inmadurez de un pobre hombre que lucha por sobrevivir.

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