 
          nos en esa tradición forma parte también de nuestra
        
        
          identidad, de nuestras raíces y nos da una base de la que
        
        
          en muchas ocasiones carecemos.
        
        
          
            Libro que es como un alegato por olvidar el
          
        
        
          
            individualismo salvaje y recuperar los valores sociales
          
        
        
          
            de las pequeñas sociedades.
          
        
        
          Hay que intentar cambiar los puntos de vista: vivimos en
        
        
          un mundo donde las cosas parece que se ven desde una
        
        
          sola perspectiva, donde ni siquiera conocemos el nombre
        
        
          de nuestros vecinos, donde el
        
        
          individualismo y el
        
        
          estruendo impera, donde la ciudad parece el único
        
        
          camino ligado a la calidad de vida, donde no hay tiempo
        
        
          para nada y se lleva una vida deshumanizante. No estoy
        
        
          diciendo que este cuento plantee el acabar con las ciuda-
        
        
          des, sino el recuperar el valor de esos pueblos pequeños
        
        
          como núcleos urbanos que han ido existiendo a lo largo
        
        
          de la historia, y que se han ido abandonando pero que
        
        
          durante siglos vertebró Europa.
        
        
          do como en un cuento. En el fondo, la medida natural del
        
        
          hombre es más pequeña: para la reflexión, para las
        
        
          relaciones personales, para cultivar el intelecto y el
        
        
          alma… reivindicar esas cosas sencillas pero profundas
        
        
          que son columnas vertebrales de la naturaleza humana y
        
        
          de la vida en sociedad. A mí me interesa mucho la tradi-
        
        
          ción europea, no solo del siglo XIX, sino también remon-
        
        
          tándome al siglo XIII, XI y a la antigüedad clásica, y creo
        
        
          que hemos llegado a un punto en que pensamos que las
        
        
          soluciones a los problemas están siempre delante, y
        
        
          entonces hacemos tabla rasa. A nadie se le ocurre hacer
        
        
          un ejercicio como es detenerse, mirar hacia atrás y pensar
        
        
          en lo que hemos perdido por el camino. Hemos ido
        
        
          cortando lazos en lugar de ir sumando experiencias de
        
        
          forma natural. Así los nuevos padres se esfuerzan en
        
        
          buscar compendios de pedagogía cuando quizá es más
        
        
          sensato recuperar los modos y valores en que ellos
        
        
          mismos fueron educados, e ir sumando. Es como la
        
        
          catedral que constituye una unidad armónica a costa de ir
        
        
          acumulando diferentes estilos en el tiempo. Así, integrar-
        
        
          ENTREVISTA
        
        
          SL
        
        
          TROA
        
        
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