EL DEMONIO DEL SUR

Ricardo García Cárcel (Requena, Valencia, 1948) profesor de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, lleva a cabo una extensa recopilación de fuentes documentales que valoran desde distintos puntos de vista el gobierno del rey Felipe II (Valladolid, 1527 - El Escorial, 1598), convertido en figura central de la Leyenda Negra antiespañola.
En los primeros capítulos la obra sitúa al personaje dentro del agitado escenario de la Europa dividida que planteaba al hijo y sucesor de Carlos V graves problemas políticos y religiosos, además de la creciente amenaza del Imperio Turco en el Mediterráneo Oriental. Además de atender los intereses de la Corona y defender con las armas sus posesiones en Flandes, Italia y América, Felipe II se vio asediado por conflictos de orden interno, políticos y familiares que agriaron su carácter al obligarle a tomar decisiones impopulares. Se citan entre los episodios más destacados, la traición de su secretario, Antonio Pérez, las intrigas de los nobles cortesanos, la rivalidad con su hermanastro don Juan de Austria y, en especial, la conducta rebelde de su propio hijo y heredero, Don Carlos. García Cárcel analiza por separado cada uno de los casos citados y expone por un lado, las versiones de los cronistas oficiales y por otro las que utilizaron sus enemigos para debilitar la figura del monarca en las diversas cortes europeas. Surge, como resultado de los ataques a la vida y obra de Felipe II una persistente Leyenda Negra que presenta al rey, en palabras de Voltaire, como El Demonio del Sur”, frase cuyo sentido se amplía al resto del pueblo español solidario con la crueldad y el oscurantismo atribuidos durante siglos al monarca. Aunque el autor reconoce las exageraciones de los historiadores extranjeros y el sectarismo del drama de Schiller y su versión en música de Verdi dedicados a la muerte de Don Carlos, el desventurado hijo del rey, se mantiene en el terreno neutral de “lo políticamente correcto”, al admitir la base real de los prejuicios contra Felipe II. Las extensas referencias a textos y cronistas que denigran sin fundamento la figura del monarca no contribuyen a reivindicar su imagen en aquellos aspectos en los que existen fuentes fiables que justifican las decisiones tomadas por el monarca. El estilo, denso y farragoso, dificulta la lectura de algunos pasajes de mayor complejidad.

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