EL LARGO ADIÓS DE ELLEN OLESTJERNE

La condesa von Reventlow escribe una novela de rasgos autobiográficos en la que muestra su infancia y juventud a través de Ellen.
La historia de Ellen es la de una niña traviesa que se niega a ser educada como una señorita. No percibe el amor de sus padres, sino sólo su afán de doblegarla y someterla a disciplina. La búsqueda de la libertad pasa por los lugares y experiencias habituales en las novelas del XIX: internados, escaparse de casa, vivir con artistas de la bohemia, frecuentar bares, dar con amigos que pasan despreocupados largas vacaciones en veleros. El recorrido de Ellen pasa desde rechazar los convencionalismos burgueses a la necesidad del vértigo, de la actividad frenética, del rechazo a todos los representantes de un cristianismo que rechaza lo bello y vigoroso, tal como señala Nietzsche en el "Así habló Zaratustra", citado en esta novela. Ellen encuentra el amor y también el desengaño, la pobreza absoluta, el hambre y la enfermedad. La historia muestra la dificultad de encontrarse a uno mismo y el sentido de la vida; de saber ser libre y a la vez comprometerse con el amor.
La autora escribe de modo romántico, exagerando a favor de ella misma y de las fuerzas pasionales a las que se entrega. Esa pasión se serena cuando se gira hacia la tragedia, hacia el dolor, la soledad y el abandono. La narración deja a un lado la ejemplificación del comienzo para hacerse más abstracta y ganar en hondura psicológica. Este cambio de registro hace que "El largo adiós" no sea un simple entretenimiento.

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