EL REFLEJO DE LAS PALABRAS

Un tejedor artesano de alfombras, sordomudo, vive en la Persia del Sha, los imanes y la religión musulmana, tutelado por su tío. Su hijo Ismail es, desde que tiene uso de razón, el cabeza de familia y se hace cargo de su padre. Entra en la resistencia comunista contra el régimen, en tiempos de Jomeini y Sadam, y escribe la historia de su padre.
El libro entremezcla el elemento sentimental de las relaciones paternofiliales, la ascendencia noble del tejedor, una excesiva simplicidad en el modo de relatar el paso de una sociedad atrasada y supersticiosa a otra que intenta occidentalizarse. La sucesión política y los cambios socio-culturales se narran de un modo muy trivial; los saltos temporales dan al libro un toque de falsa profundidad insostenible argumentalmente; los poemas y leyendas que se ensartan le dan un falso tono lírico; la superficialidad con la que se da a entender que la ciencia hace inútil a la religión no casa con la devoción a los santos que puebla el libro. En la construcción de los personajes, en la estructura argumental, en el modo de exponer la realidad y la ficción, el libro tiene muchas carencias y defectos. No deja nada a la imaginación, todo lo explica, con un didactismo aburrido.

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