ELIZABETH HA DESAPARECIDO

Maud, una anciana perturbada mental que mezcla ficción y realidad protagoniza un relato de corte psicológico en el que los recuerdos del pasado acaban por establecer contacto con el presente.
La novela describe en primera persona las impresiones que percibe la protagonista a su alrededor relacionadas con el entorno que la rodea, casa, cuidadoras y, sobre todo, las visitas de su hija Helen que le sirven de enlace con el mundo familiar y afectivo. En ocasiones parece tomar conciencia de los avances de su enfermedad, aunque reprocha a Helen su falta de paciencia y excesivo rigor ante su conducta. En particular, exaspera a su hija con las reiteradas alusiones a la supuesta desaparición de Elisabeth, una amiga de juventud internada en un centro hospitalario. Helen llega a la conclusión de que su madre altera la identidad de la mujer desaparecida aunque acierte al señalar que tal hecho ocurrió en la realidad. Finalmente, Helen se decide a excavar en el jardín de la antigua casa familiar y, guiada por Maud, encuentra el cadáver de su hermana Sukey, desaparecida en extrañas circunstancias el año 1946 sin que el marido, sospechoso de su muerte, fuera inculpado al no haberse encontrado el cuerpo. La acción, que transcurre con cierta lentitud, incorpora con acierto y buen pulso literario elementos de intriga tomados del género policiaco, hábilmente dosificados hasta llegar al imprevisto desenlace. Destaca el acierto al reproducir las distintas fases y sucesivos avances en el deterioro mental de la protagonista, así como la intensidad de los sentimientos y reacciones de las personas, familiares y amigos que la atienden. En todas ellas se aprecia el esfuerzo por comprender los desvaríos de una anciana perturbada, aunque necesitada de afecto y comprensión. La complejidad de la trama y la dureza de una situación de crisis psicológica que se agrava por momentos, puede afectar el equilibrio emocional de lectores sensibles.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa