IGUAL QUE AYER

Segunda novela de Eduard Palomares (1980) con el mismo personaje de protagonista, Jordi Viassolo, un joven aprendiz de investigador que cubrió una sustitución durante un verano en una agencia de detectives, Private Eye, resolviendo con éxito un caso complicado. Ahora está ganándose la vida con un trabajo temporal de camarero. Precisamente en una cena en la que se presenta un candidato a la alcaldía de Barcelona, en la que está sirviendo, al acabar el candidato sufre un accidente estrellándose su coche y a los pocos días muere. Después de la autopsia los médicos deciden que ha tenido un episodio cardiovascular que le ha llevado a la muerte. Jordi va a dudar.
Private Eye a través de un detective viejo y experto, Recasens, al que ya conoció Jordi en el verano de prueba y le cayó bien, le ofrece otro trabajo de la misma agencia: introducirse en una asociación que lucha contra los desahucios en el barrio del Raval y enterarse de qué está pasando. Allí conocerá a Cristina, una de las líderes, la tercera mujer en su vida, aparte de su madre. La segunda es Mireia, su novia, con la que se va a vivir a un piso, si lo encuentran. Además está Laila, su entrenadora física personal.
Consigue entrar en la asociación -Revels al Raval- y pronto se hace amigo de todos, especialmente de Cristina; allí descubre una trama que tiene como centro los narcopisos, las inmobiliarias y los fondos de inversión.
Los dos casos acabarán encontrándose, y se descubrirá una trama sencilla pero muy eficaz para conseguir unos fines lucrativos y delictivos. Jordi no sabe dónde se está metiendo y sus compañeros de piso, unos inmaduros como él, todos en la veintena y sin trabajos estables le van aconsejando todo tipo de acciones disparatadas. Él, aunque muy inseguro y con sensación de metepatas, acaba por tomar la mejor solución, aunque a veces peca de ingenuo.
En un momento determinado, la historia de Jordi se interrumpe pues Recasens le cuenta un caso parecido al que él investiga, del que fue protagonista y del que no se sabe exactamente el final del suceso (ocupa una buena parte del libro). La historia de Jordi se reanuda y cada vez, dentro de la normalidad aparente se va desgranando hasta llegar al resultado final.
La novela es de una frescura poco frecuente, animante, divertida y con un buen desarrollo. Te mete en toda la geografía urbana de Barcelona, intercalando frases en catalán, y en todo un mundo de adolescentes ya en el límite, con toda su inmadurez y con una visión de la vida de una pobreza moral tremenda. Los estragos de la droga y la explotación de esta adicción es un tema de fondo.

TROA