KRIPPYS. 3: DÍA DE LUNÁTICOS

Víctor, el protagonista de la serie, y su amigo Recaredo, van a pasar el día invitados a casa de Leonarda, una compañera de colegio que estudia 3º de ESO, dos cursos más que ellos. Toda su familia, los padres y sus trece hijos, son “lunáticos”, es decir que pueden ver a los krippys sin las gafas especiales que los demás necesitan y además tienen a muchas clases de estos conviviendo con ellos. Leonarda les ofrece una comida muy sabrosa al estilo vegetariano-lunático y luego les acompaña a un centro comercial más especial todavía. Allí, de modo accidental, descubren una red de apuestas ilegales cuya desarticulación corresponde a Víctor, encargado de implicar a la policía. La obra, en la misma línea de las precedentes, es una novela de pura fantasía escrita con un gran despliegue imaginativo y mucho sentido del humor, aunque a veces no sea muy delicado. Su propósito es, ante todo, divertir y estimular la imaginación del lector, sin mayores aspiraciones literarias. La acción, variada y dinámica, refleja ambientes familiares estables, sobre todo en el caso de Víctor, y transcurre en términos de intriga que evitan excesos de violencia. Sin embargo, cuando Víctor compra un juego lunático que permite moldear “krippys” con una especie de plastilina a la que se le puede infundir vida, se pregunta cómo podrá dar forma a una criatura del sexo femenino. Su amigo, el krippy Ranuro le contesta que el sexo es una elección personal: cada uno es lo que desee ser y no hay más problema. Esta afirmación muestra resonancias afines a una ideología de género que pueden resultar desorientadoras para lectores infantiles.

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