LA HABITACIÓN DE INVITADOS

Durante tres semanas, una escritora de edad madura que vive sola acoge en su casa de Melbourne a una amiga, enferma terminal de cáncer de estómago con metástasis en los huesos, que viaja desde Sidney para someterse a un tratamiento de medicina alternativa, un recurso tan desesperado como de improbable eficacia. La obra narra la relación de ambas durante esos interminables días de sufrimiento y desgarradora esperanza por parte de la enferma y de irritación y piedad por la de su improvisada enfermera, que ve cómo unas terapias absurdas agravan el mal y no son sino una carísima estafa.
La obra conmueve por el dramático realismo con que se trata un tema muy actual, enfocado de modo verosímil y profundamente humano. La situación de alguien que se resiste a morir porque no da sentido a la muerte y la de quien ve alterada su existencia cotidiana con una finalidad ilusoria, está contada en términos muy expresivos y bien matizados. El estilo, escueto, de sabor sencillo y cotidiano, aproxima el relato al lector en términos de un verismo formalmente contenido, a base de frases cortas de sobria adjetivación y sin apenas frases exclamativas. La autora logra transmitir el momento que atraviesan los dos personajes centrales con recursos novelísticos certeros y eficaces, como un desarrollo argumental intenso, buenas descripciones ambientales y psicológicas y un lenguaje ágil y directo. Sin embargo, el contenido, aunque sea un ejemplo de humanitarismo y amistad, también es frío, por ausencia de dimensión transcendente y porque, en consecuencia, se detiene en la filantropía sin llegar a la caridad.

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